Los últimos serán los primeros
En el mundo de los negocios hay muchas historias, probablemente más que personas trabajando en él. Éxitos y fracasos que han ido marcando tendencia y que en demasiados casos, hemos intentado justificar en la mala fortuna.
Hay casos muy conocidos, como el de Betamax. Este producto lanzado por Sony, era considerado técnicamente el mejor, y durante mucho tiempo se ha achacado su fracaso a caprichoso del azar e inconsistencia del consumidor. Pero si nos paramos a analizar el caso un poco más en detalle, podemos apreciar determinados aspectos que propiciaron esta situación.
En esta historia había dos protagonistas, Sony y JVC, dos marcas que permitían la reproducción en soporte cinta de vídeo: Betamax, en el caso de Sony y VHS, en el caso de JVC.
Sony presentó su formato estrella, Beta, en noviembre de 1975, y su excelente calidad de reproducción para la época lo convertía en el mejor producto de su categoría en el mercado, con mucha diferencia. Según muchos críticos, Sony se había adelantado a su tiempo, pero en exceso, por contar con un formato demasiado sofisticado para la época. El mercado aún no estaba preparado y JVC lanzó al mercado el formato VHS un año después, en septiembre de 1976. Los técnicos de entonces ya advertían que el formato del VHS tenía una calidad de reproducción inferior a la de Betamax. Sin embargo, VHS empezó a ganar cuota de mercado, muy por encima del Betamax.
Para rematar la situación, la mayoría de películas empezaron a distribuirse en el formato de JVC y Betamax cayó en el olvido.
Sony cometió un grave error. Mientras JVC abrió su licencia a la mayoría de fabricantes y distribuidoras de cine, Sony no quiso democratizar su patente. Pensó que, al poseer una tecnología superior, su producto aplastaría a un formato técnicamente inferior como lo era el VHS. Y perdió de vista que las cintas de vídeo necesitaban de reproductores de vídeo (VCRs) para poder visualizarse. La decisión de Sony de no trabajar junto con las distribuidoras de contenidos y películas para cinta determinó su nefasto posicionamiento.
Finalmente todo esto tuvo repercusiones muy concretas para el consumidor potencial de ambos productos. Beta tenía un posicionamiento de “calidad, pero muy difícil de compartir” y VHS era una marca que los consumidores podían compartir con sus amigos y familiares, porque todo el mundo tenía su reproductor de vídeo VHS.
Esto nos demuestra que la orientación al producto, como la que hizo Sony, aunque se traduzca en la creación del mejor producto del mercado, difícilmente puede rivalizar con una orientación al cliente, ya que como hemos explicado en Método 403 muchas veces, el Marketing no crea necesidades, y necesitamos conocerlas para poder satisfacerlas.
Nunca debemos suponer algo que se pueda investigar.
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