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Marketing & ecommerce

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El caso Capabro

Antecedentes

La importancia de posicionar la marca de forma adecuada es fundamental para el futuro de un negocio, pero aún lo es más para las cadenas de supermercados, especialmente en España. Durante muchos años, en España, el prestigio de las cadenas que comercializan productos alimentarios ha sido fundamental a la hora de decidir el establecimiento de compras. Si bien es cierto que hay determinados factores como la proximidad, el precio, la variedad del surtido… todo termina midiéndose bajo el paraguas de la imagen corporativa de la cadena.

Una vez que la empresa ha determinado su posicionamiento el mercado, debe mantenerlo salvo que los consumidores, realmente demando un cambio. El caso de Caprabo es un claro ejemplo de como la impaciencia y la acción en función de la competencia, pueden destruir una buena imagen construida a lo largo de los años.

Esta cadena catalana había logrado hacerse con un importante hueco en el mercado de grandes retailers en España. Durante ese tiempo se había posicionado como una marca de calidad en el servicio, de proximidad, gracias a un formato de tienda de supermercado, y con un amplio surtido de marcas, productos y categorías.

El origen de los problemas

Pero como suele ocurrir cuando la situación del mercado cambia, los nervios y la impaciencia se apoderan de algunos. Cuando Mercadona se alzó como líder del segmento de Supermercados en España. Caprabo, viendo el éxito del posicionamiento de la marca Valenciana y su “SPB” (Siempre precios bajos), decidió reposicionar su marca, siguiendo los mismos pasos de Mercadona.

Para ello, introdujo marcas como Alcosto, de precios inferiores al de sus marcas propias, reduciendo así el espacio de estas últimas en el lineal, productos Caprabo, que gozaba de muy buena reputación entre los consumidores.

Punto de inflexión

Pero como suele ocurrir en estos casos de histeria, los cambios no terminaron aquí. La marca invirtió muchos recursos en realizar agresivas campañas publicitarias donde se focalizaba la atención en el cambio de estrategia realizada por la cadena: “ahora, en Caprabo los precios más bajos”, decía una sonriente María Teresa Campos, que se había convertido en un “cercano” testimonio para la marca.

Para terminar de copiar a Mercadona, algo que nunca debería hacer un número dos, Caprabo redujo drásticamente la amplitud de su surtido, trabajando con las marcas líderes y sus propias marcas de distribución, al más puro estilo Mercadona. Pero con una sutil diferencia, Caprabo no era Mercadona, y sus consumidores tampoco querían que lo fuera.

El resultado de la nueva estrategia de Branding fue un fracaso sonoro y ya conocido. Ahora Caprabo forma parte del Grupo Eroski, que poco a poco comienza a reflotar la marca. Una triste historia que por otro lado nos sirve de ejemplo de cómo fracasar perdiendo la identidad de marca, algo que cuesta muchos construir y gestionar.

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